
El potro sobre el que actualmente se efectúan los ejercicios de salto data de 2001, antes tenía otra forma. Se trata de una superficie ligeramente inclinada hacia el borde más cercano a la carrera y situada sobre una base metálica a una altura de 1,25 m. Las gimnasatas, tras una carrera de unos 25 metros, se impulsan apoyando los pies en un trampolín que se encuentra ante el potro; luego, tras un breve intervalo que se denomina “primer vuelo”, apoyan las manos sobre la superficie del caballo. Después la gimnasta puede elegir una amplia gama de rotaciones y espirales para ejecutar durante el segundo vuelo, y finalmente llega la recepción del salto, en el que la gimnasta intenta llegar al suelo con los dos pies a la vez, sin desviarse de la línea de la carrera y sin rebotar o perder el equilibrio.
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